Bolivia: ¿Qué celebramos cuando celebramos el Bicentenario?


Illustration: Shutterstock.

CRONICA. Bolivia celebra 200 años. Pero, ¿hay alguna república que celebrar cuando el país dejó de serlo en 2009?, se pregunta Carlos Decker-Molina.

Esto es una crónica. Las opiniones expresadas son las del autor.

El próximo 6 de agosto Bolivia conmemorará 200 años de su independencia. Desde el gobierno, los medios y las instituciones, se habla del “Bicentenario de la República de Bolivia”. Sin embargo, hay una pregunta incómoda que merece ser planteada con honestidad: ¿tiene sentido hablar de república cuando el país dejó de ser oficialmente una república desde 2009, tras la aprobación de la nueva Constitución que instauró el Estado Plurinacional de Bolivia?

La historia es clara. El 6 de agosto de 1825, Bolivia proclamó su independencia del dominio español bajo los ideales de una república liberal, inspirada en la Ilustración y en los modelos republicanos de EE. UU.  y Europa. Pero también es cierto que esa república nació como un proyecto de élites, construido sin la participación real de los pueblos indígenas, de las mujeres o de los sectores más marginados.

Casi dos siglos después, en 2009, tras un proceso constituyente impulsado por Evo Morales, el país se dio un nuevo pacto social. La Constitución cambió el nombre oficial del país: ya no somos una república, sino un Estado Plurinacional, basado en el reconocimiento de múltiples identidades culturales, lingüísticas y territoriales. Fue un giro político e histórico que, al menos en el papel, intentaba corregir siglos de exclusión.

Por eso, hablar hoy de “bicentenario de la república” no es solo una imprecisión técnica: es una afirmación cargada de tensiones. ¿Celebramos la independencia de Bolivia como país, o celebramos la continuidad de una forma de Estado que ya no existe jurídicamente? ¿No sería más coherente hablar simplemente de los “200 años de independencia de Bolivia”?

En el fondo, esta discusión no es solo semántica. Refleja un problema de fondo: el país no ha resuelto su identidad política. La república fue, durante mucho tiempo, una promesa incumplida de igualdad. El Estado plurinacional, por su parte, también ha quedado atrapado en contradicciones: ha reconocido derechos colectivos sin resolver las profundas desigualdades económicas ni democratizar realmente el poder.

Quizás este Bicentenario debería ser menos una fiesta de símbolos y más una oportunidad para revisar críticamente nuestra historia. Porque ni la república liberal del siglo XIX, ni el Estado plurinacional del siglo XXI, han logrado construir plenamente un país justo, libre y verdaderamente democrático.

Entonces, ¿qué celebramos? ¿La emancipación del dominio español? ¿La fundación de un país aún inconcluso? ¿La persistencia de una idea que mutó con los años pero no se resolvió? La respuesta, como la historia boliviana, es compleja.

Tal vez lo más honesto sería decir que este Bicentenario no nos pertenece solo a los gobiernos, ni a las élites, ni a los que gritan desde la plaza. Nos pertenece a todos. Y más que una celebración, debería ser una pregunta abierta: ¿qué país queremos ser durante los próximos 200 años?

Carlos Decker-Molina
Periodista y escritor

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