¿Trump o Biden? No se puede decir qué pasa cuando sigue pasando


¿Trump o Biden? Foto: Shutterstock.

A pesar del título de mi crónica que es una advertencia en las escuelas de periodismo de esperar para opinar, hay material que permite un primer análisis sobre hechos y no sobre resultados, escribe Carlos Decker-Molina.

Escribo cuando Biden tiene 253 electores y Trump 213. Para ser presidente electo deben llegar a los 270 electores.  Las cifras totales prueban que más o menos un 48% de los estadounidenses votaron por Donald Trump, así pierda las elecciones, ese 48% es muy significativo. 

¿Será que Donald Trump es el verdadero rostro de los EE. UU.? esa es nuestra primera pregunta, la otra, no es pregunta es una afirmación, ambas al margen de los resultados finales.  Ni Trump, ni Biden perdieron, es el sistema electoral el derrotado.

Trump y los EE. UU.
La mitad de los EE. UU. “adora a Trump” porque es “macho, mal hablado y muy religioso”. Les recuerda los años imperialistas cuando mandaban tropas a “poner orden y eliminar comunistas tanto en el patio trasero como en el resto del mundo”. “Trump es un mother fucker, pero, es nuestro mother fucker”. “Su tarea es importante, liquidar a los ateos comunistas, negros, musulmanes y otros inmigrantes que viven de la delincuencia”. 

Estas reacciones recogidas por corresponsales son una parte del apoyo a Trump, la otra parte está dentro del partido republicano. 

Mientras el presidente twittea por la mañana y enrarece el ambiente, el presidente de la cámara de senadores Mitch McConnel se encarga de la tarea legislativa de eliminar las regulaciones impuestas por Obama en las industrias contaminantes, bloquea todo intento de correcciones a la ley de armas, ayuda a bajar impuestos a las grandes fortunas o manda a los tribunales federales a los favorables del aborto. Es decir legisla con la política del republicanismo, lo hace con Trump o a pesar de él.

La consigna America First ha subido a la categoría de concepto en el seno republicano.  Ante la creencia de una conspiración global liberal, de izquierda, judía que conspira contra la grandeza de los EE. UU. todo el partido hizo suya la consigna. Esa “conspiración” está en marcha sobre todo en las instituciones multilaterales como las NN. UU. o la UE o es la “ideología” de los acuerdos internacionales que, por ejemplo, no tienen el objeto de evitar el enriquecimiento de uranio en Irán sino convertir a los EE. UU. en un sumiso cordero, cuando antes fue un león rugiente en el mundo. Es decir, el partido republicano asumió el America First.   

Al margen del triunfo o la derrota de Trump, esa visión política, está muy arraigada en el seno del partido republicano y por el resultado de la votación total la aprueban la mitad de los electores. 

En ese ambiente “ideológico” fortalece a los grupos de choque y conspiradores como QAnon que tienen una congresista Marjorie Taylor Greene que creen que Trump es el “elegido por Dios” para dirigir la guerra contra la “pedofilia de los demócratas” o los grupos de choque de Florida que son “anticomunistas” (Ser liberal en los EE. UU. es ser “half communist”) que creen que Biden es un “rojo”. Trump conocedor de estos bulos, los usó muy bien en su campaña y los “prestigiosos políticos de la cúpula republicana lo dejaron hacer.

Si gana Biden, hay que recordar que la mitad de los EE. UU. estará en su contra. Han pasado los tiempos en que las sociedades estaban divididas por las dos clases antagónicas y al medio una gran clase media que servía de colchón político. La segmentación social es un hecho relacionado con la revolución digital; al interior de esa fragmentación hay grupos diversos, algunos se expresan a través de teorías conspirativas, ultrareligiosas y neofascistas, “dispuestos a tomar las armas”. 

La pastora evangelista Paula White que desde hace un año es parte del equipo de la Casa Blanca en una apasionada oración televisada (ayer) en un intento por asegurar la reelección de Trump dijo:
“Los refuerzos angelicales de África y Sudamérica están llegando ahora mismo; escucho el sonido de la victoria”

La primera pregunta ha sido respondida: Trump es – por lo menos – el verdadero rostro de la mitad de los EE. UU.

Vamos por mi afirmación: El gran perdedor es el sistema electoral.
La expresión la tomo prestada de Alexander Stille que dirige el programa de periodismo político de la Universidad de Columbia de Nueva York y sostiene:
El sistema electoral de Estados Unidos tiene dos características peculiares que contribuyen extraordinariamente a la confusión que estamos presenciando. La primera es el colegio electoral, que significa que el presidente no se elige con los votos populares —como en casi todas las demás democracias—, sino que al ganador de la votación en cada Estado se le asignan los “votos electorales” de ese Estado. El propósito es garantizar que el presidente cuente con un apoyo relativamente amplio en la geografía del país, pero puede ocurrir que los votos populares y los del colegio electoral no coincidan. Si Trump acaba siendo el vencedor, sería la tercera ocasión en la que el ganador del voto popular no llega a la presidencia”.

La constitución estadounidense permite la gestión de las elecciones a cada Estado. Por ejemplo, un estado grande como California cuenta con 55 electores de los 538, en tanto que Wyoming que es muy poco poblado tiene derecho a 3 electores del total de 538. El sistema intenta ser más democrático porque le da un estado pequeño la posibilidad de tener un valor mayor que el de otro grande. Se complica más cuando cada estado tiene sus reglas de conteo o escrutinio. Algunos estados dan grandes facilidades para votar y otros no. Hay diferencia incluso entre condados. 

El sistema electoral es un compromiso entre los fundadores de los EE. UU. que pensaron que el congreso debiera elegir al presidente y los que planteaban la elección directa. El compromiso es tan viejo que ha habido intentos de reformarlo cuando su “vejez” se hizo patente con nitidez en 2000 puesto que Al Gore obtuvo mas 540.000 votos más que George W. Bush que sin embargo logró contar con 271 electores contra los 266 de Gore. El 2016 se confirmó que el sistema electoral es obsoleto cuando Hillary Clinton tuvo 3 millones de votos más que Donald Trump que perdió porque Trump sumó 306 electores y Clinton 232. 

Ya en los tiempos de James Madison, el cuarto presidente de los EE. UU., hubo críticas al sistema electoral. En 1969 pasó algo más concreto, Richard Nixon apoyó la propuesta de eliminar el sistema de electores, pero los popes del partido republicano lograron que la propuesta sea “enterrada” en algún cajón del senado. Hillary Clinton es la otra persona que en su calidad de senadora que dijo en el 2000 que iba a trabajar para eliminar el sistema que 16 años mas tarde “se vengó” y le dio el triunfo a Donald Trump a pesar de que Hillary Clinton tuvo 3 millones de votos más que su contrincante.

El problema está en el procedimiento. Para cambiar el sistema electoral es cambiar la constitución. Se exige que tres cuartas partes de los estados lo planteen, luego será el parlamento tendría que aceptar con una votación de los dos tercios.

¿Qué dicen los ciudadanos electores?
El instituto Pew ha hecho un muestreo el resultado es: 58% a favor del cambio que prefiere la votación nacional directa para elegir al presidente y su vice.

La empresa Gullup antes de las elecciones del pasado 3 hizo una encuesta en la que el 61% esta de acuerdo en modificar el sistema electoral. En el mismo muestreo el 89% de los demócratas están de acuerdo con la reforma, solo el 23% de los republicanos aceptan el cambio.

 Las novedades
Esta nota ha sido escrita en dos partes, por la mañana y por la tarde. Para redondear quise ver si había modificaciones. Encontré lo siguiente:

  • 1 – Biden amplía la ventaja en Georgia y acaricia la victoria.
  • 2 – Trump, acorralado por el escrutinio, acusa sin pruebas a Biden de “robar” la elección.
  • 3 – Biden: “La democracia a veces requiere paciencia”
  • 4 – Las cadenas ABC, CBS y NBC han interrumpido la transmisión del discurso en el que Trump denunciaba sin evidencias fraude y atacaba el sistema electoral.

Sin duda George Packer ganador del National Book Award tiene razón desde el título de su libro: El Desmoronamiento – treinta años de declive americano.

Carlos Decker-Molina

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