Huawei y China – ganadores en la lucha geopolítica?


Quien va a ganar? Foto: Shutterstock.

El constante tensión tecnologico y geopolítico ha creado un desequilibrio comercial que, a pesar de todos los esfuerzos estadounidenses, sigue favoreciendo sustancialmente a China, escribe Gabriel Levy.

Los recientes desarrollos tecnológicos presentados por el gigante tecnológico chino Huawei podrían estar marcando un importante punto de inflexión en la guerra tecnológica que sostiene la empresa (como punta de lanza corporativa de su gobierno) con Estados Unidos.

Esta constante tensión ha creado un desequilibrio comercial que, a pesar de todos los esfuerzos estadounidenses, sigue favoreciendo sustancialmente a China y pone en desventaja en sentido práctico a las potencias occidentales.

Probablemente el más relevante de los anuncios recientes de la empresa es la aparente consolidación de su independencia y autonomía tanto en hardware como en software.

¿Qué importancia geopolítica tienen los nuevos anuncios de Huawei?

Aunque desde el inicio de su gobierno Donald Trump viene declarándole la guerra comercial a China, especialmente con la imposición de aranceles, no fue sino hasta mayo de 2019 que el mundo comprendió las dimensiones geopolíticas de este conflicto, cuando Google tomó la decisión de limitar el uso de su sistema operativo Android en los dispositivos Huawei, como parte de un nuevo episodio de este conflicto comercial.

Aunque el gobierno Trump justificó la medida ante las denuncias de que China espiaba a gobiernos africanos y europeos utilizando los sistemas empresariales instalados por Huawei, muchos analistas concluyeron una relación directa con la escalada del enfrentamiento comercial.

En su momento la decisión fue inesperada, pues la mayoría de las startups californianas se habían mantenido al margen de las polémicas acciones del presidente y, al verse involucradas en el asunto, los efectos en el mercado y el la opinión pública fueron casi caóticos.

A partir de este momento, el obvio malestar de Huawei se hizo evidente y la empresa dejó claro que, apoyado firmemente por el gobierno del gigante asiático, buscaría la independencia tecnológica frente a las empresas estadounidenses, como garantía comercial, pero también como manifiesto geopolítico: porque quiere ser autónoma y, más aún, porque puede.

La mutua dependencia tecnológica
El mercado tecnológico en lo que va del siglo XXI se ha caracterizado por la constante mutua dependencia tecnológica entre China y Estados Unidos. El país asiático ha puesto la maquila, mano de obra económica, la cadena de producción en masa y, sobre todo, ha materializado la economía en escala, mientras que el gigante norteamericano ha basado su fortaleza en el diseño de nuevos proyectos, productos y patentes, al igual que el suministro de software.

Lo irónico de esta ecuación es que el poderío chino en esos sectores de la industria tecnológica fue causado por las mismas empresas estadounidenses. Si bien Estados Unidos durante las últimas décadas del siglo XX tuvo el monopolio tanto del diseño como la producción en masa y podría haberlo conservado, la búsqueda de mejores márgenes de rentabilidad de las compañías, incluso en detrimento de los empleos nacionales, provocó una desbandada hacia China. Así, fueron justamente los empresarios de Estados Unidos los promotores del monopolio industrial tecnológico que se consolidó en China.

La llegada de Trump
Con la famosa frase “Voy a obligar a Apple a fabricar sus malditos ordenadores en EEUU”, Donald Trump les prometió a sus electores que recuperaría los empleos perdidos y traería de regreso las “empresas americanas para que produzcan en América”. Sin embargo, esa era una promesa imposible de cumplir, algo que  como empresario el mismo gobernante debía tener claro, pues producir en Estados Unidos ya no es una opción financieramente viable para compañías que construyeron su inmenso margen de rentabilidad sobre los bajos costos de producir en Asia.

Las bravuconadas de Trump no solo no sirvieron para mejorar la capacidad productiva de las empresas estadounidenses en suelo estadounidense, sino que encima terminaron acelerando los planes de autonomía tecnológica por parte de los chinos, especialmente de Huawei, que ante el bloque provocado por Google comenzó a trabajar aceleradamente en el diseño y desarrollo de sus propias tecnologías blandas.

El primer paso lo dio en agosto de 2019 con el lanzamiento de Harmony OS, un sistema operativo propio basado en Linux y diseñado para remplazar Android, con lo que evidenció no solo una gran capacidad de reacción, sino la potente infraestructura con la que cuenta para solventar sus necesidades tecnológicas.

Acto seguido, la empresa hizo un anuncio conjunto con Xiaomi, Oppo y Vivo, en el que enteraban al mundo de su decisión de unir fuerzas para crear una plataforma que compita de forma eficiente contra Google Play, la app que administra la búsqueda, venta y descarga de otras aplicaciones para Android. La decisión constituyó un paso indispensable para que las empresas chinas conformaran un ecosistema de aplicaciones y software móvil autónomo.

“Al formar esta alianza cada compañía podrá aprovechar la ventaja de las otras en diferentes regiones. La enorme presencia de Xiaomi en India, la de Vivo y Oppo en el sureste de Asia y Huawei en Europa y América, permitir a los desarrolladores llegar a más usuarios y conquistar otros terrenos gracias a la presencia de las cuatro empresas.”
Nicole Peng de Canalys en declaraciones a Reuters.

Este fortalecimiento no llegó de la nada, como no es gratuito que Huawei sea el blanco predilecto de los ataques y sanciones de Estados Unidos y otros países. Como ya analizamos en su momento en diversos artículos, algunos analistas coinciden en pensar que detrás de todos estos intentos de frenar la expansión tecnológica China, está la verdadera gran batalla y un botín mucho mayor: el dominio global del 5G. Recordemos que en este terreno China le tomó amplia delantera a Occidente, lo que encendió alarmas en los mercados de muchos países.

Huawei – el lider global
En materia de 5G Huawei es el líder absoluto del mercado; de hecho, ha registrado hasta 2.570 patentes relativas a esta tecnología, y ha firmado acuerdos con unos 40 operadores en todo el mundo. Al tiempo que más de 70.000 estaciones base han sido suministradas por la compañía, según sus propias estimaciones, la empresa, secundada con firmeza por el gobierno chino, ha comenzado a asegurar el suministro, instalación y manejo de sistemas informáticos en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo, lo que fue una de las causas de la alarma ante el posible espionaje en África y otras regiones.

Al respecto y como una medida de contención, Estados Unidos se viene planteando la posibilidad de cooperar con las compañías europeas Ericsson y Nokia que tiene algunos avances en materia de 5G, para de esta forma evitar depender tanto en el futuro de la tecnología China.

De otro lado, en abril de este año y mucho antes de lo esperando, Huawei logró convertirse en el principal fabricante de móviles en el mundo, tal y como lo reveló el informe mensual Market Pulsede Counterpoint Research, desplazando a su rival inmediato Samsung y tomando una notable ventaja sobre la insignia estadounidense, Apple.

Es en este contexto de competencia sin cuartel, se dio el anuncio mas reciente y que en nuestro análisis consideramos como una posible definitiva declaración de autonomía.

Hace pocos días la Huawei presentó al mundo un nuevo ordenador de escritorio (o de sobremesa) que no contendrá ni una sola pieza suministrada por los típicos líderes del hardware de alta tecnología: Intel, AMD o Microsoft. El computador fue desarrollado con hardware y software 100% chino, lo que demuestra que Occidente subestimó la capacidad de reacción de China.

De acuerdo con un análisis realizado por el portal de Tecnología Computer Hoy, el equipo tiene 16 GB de memoria RAM Kingston DDR4-2666, y un chip gráfico Yeston RX550. La placa base admite 6 puertos SATA III, dos M.2 slots, dos USB 2.0 and USB 3.0, conector Gigabit ethernet, HDMI y USB. Cuenta con un disco SSD de 256 GB de almacenamiento, una fuente de alimentación de 200 W, y utiliza un sistema operativo propio UOS de 64 bits, basado en Linux.

Las especificaciones son suficientes para competir en el gran mercado global, pero por supuesto aún falta la prueba definitiva: la aceptación del mercado.

Promesas de independencia tecnológica
En conclusión, es posible observar, que desde el momento en que Google decidió limitar el acceso de Huawei al sistema operativo de Android, la compañía China pareciera estar cumpliendo sus promesas de independencia tecnológica, toda vez que aproximadamente cada tres meses ha venido anunciando desarrollos tecnológicos propios, de gran envergadura, los cuales incluyen Software y Hardware.

Estados Unidos intenta mantener la ecuación a su favor intensificando las peleas de Trump y las respectivas sanciones que hasta ahora muy pocos resultados han cosechado, al tiempo que busca una mayor cooperación con empresas europeas en temas de 5G.

China está dejando claro que sus compañías quieren y pueden no solo posicionarse como líderes globales en esta industria, sino además hacerlo libres de cualquier dependencia. Algo que hasta ahora Estados Unidos no ha logrado evidenciar.

Lo anterior sin duda es un gran logro para el gigante asiático, no obstante y teniendo en cuenta que detrás de estos desarrollos, está el partido comunista chino, el gobierno y su postura totalitarista de la sociedad, si el resto del mundo quiere mantener una real independencia respecto de los riesgos de este modelo, es necesario sumar esfuerzos que promuevan reales alternativas de contrapeso tecnológico, invirtiendo decididamente en investigación, desarrollo y producción de tecnología, fortaleciendo así una ruta alterna a  los insultos  de un presidente carente de diplomacia que hasta ahora lo único que ha logrado es provocar y acelerar el éxito de sus rivales, mientras divide a su propio país.

Gabriel Levy

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