Cuba: ¡Patria o suerte, nos veremos!


Protetastas en La Habana, julio 2021. Foto: Shutterstock.

Es muy difícil hablar de cantidades ni del número de manifestantes, pero, ese no es el punto central de la noticia. Lo importante es contar que la gente salió a las calles. Las protestas es síntoma del gran malestar que hay en el pueblo de la isla, escribe Carlos Decker-Molina en esta comentario.

Cuando no hay prensa libre, suele salir el tiro por la culata que se estrella contra el pecho de las autoridades. Vi un corte de la televisión estatal cubana que se ocupó de mostrar las fake news que aparecen en los medios sociales, la fuente era la televisión española. Era una forma de desvirtuar las manifestaciones de estos días.

Si el régimen tuviese una prensa libre y abierta no habría habido necesidades de las aclaraciones de que la gente del malecón no es gente de Cuba sino egipcios en el malecón de Alejandría hace mas de diez años cuando la primavera árabe.

Para alguien que está a muchos kilómetros de la isla es muy difícil hablar de cantidades ni del número de manifestantes, pero, ese no es el punto central de la noticia. Lo importante es contar que la gente poca o mucha salió a las calles de pueblos del interior de Cuba y de la propia capital. La protesta chica o grande es síntoma del gran malestar que hay en el pueblo de la isla. 

Tocqueville escribió en alguno de sus textos “cada generación es una nación y la tradición es menos un imperativo que la inteligencia”

La revolución triunfante es de 1959/60, la primera generación fue la de 1975 o sea que los jóvenes de hoy son la segunda generación (faltan solo en cuatro años). Son jóvenes que quieren crear su “propia nación”. 61 años de sistema estaliniano a la caribeña no ha dejado la puerta abierta a los jóvenes que no tienen otra salida que “ser del partido” si quieren realizarse, además a medias. ¿Dónde está la emancipación humana de la que hablan los textos que hicieron que mi generación apoyara la revolución?

¿Por qué ahora?
Personalmente estuve reporteando los coletazos de la revuelta de los marielitos llegué en mayo del 80 (ver foto). Entonces el mundo era bipolar y Cuba tenía el apoyo internacional que hoy no lo tiene. En 1980 Fidel abrió el puerto de Mariel para que el cubano que quisiese irse lo haga. 126 mil cubanos llegaron a los EE. UU. entre abril y octubre de 1980 en más de 1700 botes.

Carlos Decker-Molina en los ochentas.

La diferencia es que los revoltosos de hoy no quieren irse, quieren cambiar su medio económico, político y tal vez social. En países autoritarios o dictatoriales quienes no están cerca al poder no gozan de las pocas mieses que el estado autocrático distribuye. Los une la sobrevivencia, el sálvese quien pueda, no hay ideología que los una. 

Hay quienes sostienen … “pero, viven mejor que los pobres de otros países latinoamericanos”. 

Es una verdad a medias, porque a veces la pobreza no quiere justicia sin libertad. Eso pobres de Cuba han perdido su capacidad de administrar sus vidas como ellos quieren, hay tantas restricciones que los amarran y no pueden actuar.

En uno de mis tantos viajes conocí un joven que era un “inventor” hacia motos con motores de otros vehículos, pero para obtener ruedas o algún otro elemento que no había en el mercado controlado por el estado, tenía que robar ruedas de otros vehículos, probablemente sus herramientas también eran robadas. Me mostró sus dos motos que no las podía usar porque al no estar registradas entraban en sospecha. El mecánico que había estudiado para maestro de escuela encontró su verdadera vocación en el taller armado por él. “Soy un mecánico clandestino” me dijo. Es posible que ese haya salido a la calle, pero no su vecino que a pesar de tener un hijo en Nueva York es militante del partido, servicial al poderoso servicio informativo, fue corresponsal en algunos de los viejos países socialistas, hoy es jubilado que critica o aplaude algunos de los textos que publico en Facebook, él los puede lee, pero no puede poner su opinión con la libertad de los que criticarán o aplaudirán este texto.

Fue él, mi colega, que me dijo que los militares en Cuba son la columna vertebral de la revolución, son los empresarios y los administradores, sólo los duros del partido llegan a generales.

Por todo esto no creo que las manifestaciones de estos días terminen con el régimen o lo transformen. Se volverán llenar las prisiones y quizá se produzca algún cambio en el cuentapropismo o en la agricultura, esta última ha sido el talón de Aquiles de todas las revoluciones.

¿El imperialismo?
El tigre de los años bipolares es hoy día un gato que cuando se enoja puede arañar, pero nada más. El bloqueo es el gran regalo de los EE. UU. a los camaradas del partido en Cuba que usan como el factor principal y único que explica desde el desabastecimiento hasta el mal tiempo, con cuyas nubes, oculta la mala administración. Administración que no ha podido ni tan siquiera copiar medianamente la del Vietnam.

¿La pandemia?
No tengo información sobre los daños económicos, pero uno puede suponer que los efectos de los cierres, cuarentenas y restricciones han debido hace daño al aparato productivo. Lo más probable es que la pandemia haya obrado de espoleta psicológica. Y estando la muerte tan cerca, se puede salir por la patria.

Finalmente, qué viejo y añoso suena el patria o muerte, venceremos. Hoy los jóvenes dicen Patria o vida, venceremos. Yo termino esta nota con un sonoro:

¡Patria o suerte, nos veremos!

Carlos Decker-Molina

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